Mi cuerpo, tu cuerpo, nuestro cuerpo.


Generalmente es cuando por fin descansamos, cuando nos damos cuenta de lo agotadas que estamos. Cuesta creer, que llegamos a olvidarnos de prestar atención a nuestro cuerpo, este que a mí, me acompaña desde hace mas de 50 años y a quién tantos "meneítos" le he dado.

Es muy importante no dejar de escucharlo, porque el cuerpo es sabio, y nos dará señales de cansancio, de sobrecarga, de inflamación, de alguna articulación que se atasca.... y no hablo de lesiones o enfermedades.

Precisamente en esta etapa en la que estamos descubriendo nuestra mejor versión de nosotras mismas donde nuestro cuerpo comienza a expresarse mas alto y mas claro.

¿Te paras a menudo a escucharlo?, es sencillo, basta con soltar todo el aire que tenemos dentro, (recordemos primero vaciar, después rellenar) y volver a renovar nuestros pulmones de aire nuevo; volver a soltar y a inhalar nuevamente, y repetimos varias veces hasta que notemos como nuestra atención está puesta exclusivamente en la respiración. Y he ahí el silencio, ahí estamos nosotras a solas con nuestra respiración. Necesitamos el silencio para poder oír lo que nuestro cuerpo nos está diciendo, nos grita en muchas ocasiones, y con el ritmo vertiginoso de nuestros días y nuestras ganas de seguir siendo las supermujeres-todopoderosasmamis-preciosamantes-divertiamigas, no somos capaces de entender, ni tan siquiera oir.

 Bien, ahora como si de un escáner se tratara, recorreremos mentalmente nuestro cuerpo desde los dedos gordos de los pies hasta la coronilla, pasando por los tobillos, las rodillas, las nalgas, el vientre, el pecho, los hombros, el cuello, los brazos, las manos y como no, la mandíbula. ¿Están relajados, contraídos, echados hacia delante, engarrotados, tensos, cómo están? Solo sentidlo, sin juzgar, solo darnos cuenta de cómo está el cuerpo, no se trata de encontrar los motivos por los que sentimos ésto o lo otro, se trata de darme cuenta de mi cuerpo, de sentirlo, de escucharlo, de entenderlo.

¿Y ahora qué?
Ahora yo sé que me duelen los dedos de las manos, y que mi cuello está rígido como el tronco de árbol, sé que mi abdomen está distendido y que parece que estoy embarazada de 4 meses, y que mis pies hormiguean por el merecido descanso al estar por fin sentada.

Y ahora con la conciencia que tenemos de nuestro cuerpo, es fácil agarrar la responsabilidad desde la aceptación de ser como y quien somos, desde el amor que podemos transmitirnos a nosotras mismas, tal como hacemos a cualquier otra persona ajena a este cuerpo. Ahora, nos permitimos relacionarnos con nuestro cuerpo desde el cariño, desde nuestra creatividad y aprendemos a ser  nuestras propias curanderas.
Me gustaría proponeros que nos comprometamos para que en la próxima ducha que nos demos, sea nuestro disfrute, y nos dediquemos esa ducha exclusivamente a nosotras,  y a nuestros cuerpos, a estar presentes cuando el agua caliente caiga sobre nuestra desnudez, sugiero masajearnos con atención los hombros, la cabeza, sentir como el agua caliente relaja el cuello, relaja el cuerpo en general y aquieta la respiración y se nos dibuja una sonrisa de relax, de disfrute.

Hoy y ahora, es un buen momento disfrutar del placer del agua caliente, y de paso reconociéndome como la mejor versión de mi misma. 
Doy las gracias por ello y me amo.


 

"El amor es capaz de cambiar la vida de una persona, 
de un momento a otro."
 Paulo Coelho

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